Editorial, 1: Sobre la vergüenza

*Lanzamos nuestra sección de Editorial, con una columna ¿semanal? ¿mensual? ¿casual? sobre temas candentes 🙂 y debates abiertos, firmada por Taller – y tal vez, algún día, invitadxs. Para recibir las actualizaciones de esta y otras publicaciones de la página, como siempre, pueden hacer clic en «Seguir» en la parte de abajo de la pantalla.*

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stonewall riot drag it out

En estos días el mundo (occidental, principalmente) se apresta a celebrar el Día del Orgullo lgbt, ocasión de marchas, exposiciones, ciclos de cine, conciertos… y lucro. Si se designó este día, es a partir del comienzo de las revueltas desencadenadas a raíz de una razzia policial (más) en el bar Stonewall Inn, Nueva York, el 28 de junio del año 1969.

Ha pasado mucho tiempo y muchos cambios desde ese entonces hasta ahora.  Uno de ellos es que en nuestros tiempos y nuestros espacios el «orgullo» se convirtió la principal bandera del movimiento lgbt (esta sigla misma ya es otra novedad), al punto de dar el nombre a este día.  Sin embargo, muchxs preferimos dejar de lado las banderas de colores y preguntarnos de qué podemos enorgullecernos, qué podemos festejar – y, sobre todo, qué significa priorizar el orgullo y el festejo por sobre la indignación, la denuncia, la movilización y la acción política.  Porque nadie niega que hay quienes están mejor que antes, y nadie niega que es lindo festejar. El punto es ver qué cosas – y personas – quedan por fuera de nuestra agenda mientras nosotrxs brindamos con champán.

Es por esto que quisiera estrenar esta columna Editorial con algunas reflexiones sobre la Vergüenza, específicamente Vergüenza guei que llega para arruinar un poco la fiesta, en un gesto urgente y necesario. Voy a publicar un fragmento cada día durante esta «Semana del Orgullo», que este Taller, como buen aguafiestas que es, rebautiza ( siguiendo a dignxs antecesorxs con los que vamos a ir dialogando) «Semana de la Vergüenza». 

El primer fragmento viene de Heather Love y su Feeling Backwards, un libro que me recomendó Mauro Cabral y me sirvió de mucho en este último tiempo:

«Por supuesto, el deseo por personas del mismo sexo no es tan imposible como solía serlo; como resultado, frecuentemente la persistencia de sentimientos tales como la vergüenza, el aislamiento, y el odio hacia unx mismx en la era post-Stonewall es ocasión para aún más sentimientos de vergüenza. La vergüenza de portar esos sentimientos, que están tan fuera de lugar en un movimiento que toma al orgullo como su lema, es aguda. (…) Los textos que insisten en la negatividad social subrayan la brecha entre la aspiración y lo existente. A contrapelo de las expresiones de deseo que caracterizan la crítica política, se atribuye a estos textos la responsabilidad por las realidades que representan, y frecuentemente terminan siendo etiquetados como homofobia internalizada, retrógrados, o demasiado deprimentes para ser útiles. Pero estos textos sí tienen mucho para decirnos: describen lo que es cargar con una identidad ‘descalificada’, que por momentos puede significar simplemente vivir con la herida, no arreglarla.”

«Alejarse de la degradación pasada hacia una afirmación presente o futura implica ignorar el pasado en tanto pasado; también hace más difícil ver la persistencia de ese pasado en el presente. (…) En lugar de descalificar esos sentimientos [de vergûenza] como signo de algun fracaso personal, debemos entenderlos como indicaciones de continuidades materiales y estructurales entre estas dos eras.”

Heather Love, Feeling Backward, 2007.

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